30 kilómetros de Murcia II ( De Cañada de Gallego a La Azohia)

En febrero hicimos una nueva y breve escapada invernal por tierras murcianas. Decidimos continuar casi donde lo dejamos, pero discrepo de lo que en su día dijo  el poeta  de "no regresar a los lugares donde un día se fue feliz". A mi, me gusta repetir, si la ocasión aparece, como fue el caso, así que en vez de comenzar donde lo dejamos el año anterior, en Bolnuevo, decidimos hacerlo en la Cañada de Gallego, deteniéndonos antes el mismo día de nuestra partida, el viernes 5 de febrero, en nuestro punto de pernocta del año anterior, en Cancarix (38º25'17,79"N; 1º34'11,40"O) junto a su iglesia para disfrutar al día siguiente de un par de horas en las piscinas del Camping La Fuente en La Fortuna a donde llegamos alrededor de las 10 de la mañana del sábado 6 de febrero.

Nada que destacar sobre este lugar, excepto lo que ya dije en su día en el relato más extenso ( http://angeles-murcia15.blogspot.com.es/) , excepto que nos llamó la atención un señor que durante casi horas, y lo digo en plural, monopolizó el uso de uno de los chorros y tuve que pedir que me dejara un poco (yo estaba aquejada de un "ataque" de dolor en las cervicales) lo que hizo amablemente, para volver a tomarlo al asalto. Nos dijimos que tanto tiempo no debería ser bueno, pero que debería sufrir mucho para hacer esa inversión. ¿Quienes éramos nosotros para juzgar? Ahora que la edad casi secuestra nuestros cuerpos con algunas dolencias comprendemos mejor...

Rumbo a la playa de Percheles (37º31'50.10"N;1º22'51.60"O), una de las más hermosas, si no la más, que conocemos de la costa mediterránea. El año pasado fue seducida por  su belleza y  soledad y decidimos volver para comer allí, descansar y pasar la tarde.






Y habiendo un sitio cercano, tranquilo y donde la pernocta estaba consentida, decidimos no "tentar a la suerte" acercándonos a la próxima Cañada de Gallego (37º32'05.95"N; 1º22'19.05"O) donde encontramos, como todos los años, un numeroso grupos de autocaravanas extranjeras que ordenada y limpiamente parecían pasar bastantes días en este lugar.
A través del google earth había visto que este lugar estaba tan solo solo separado de la playa de Percheles por un kilómetro por un camino paralelo a la playa, pero aunque estuvimos paseando por su pedregosa playa en busca de "tesoritos" (conchas, piedras para pintar...) la noche se cernió sobre nosotros antes de que llegáramos.
Sin oscurecer el parabrisas dejamos que noche nos tomara y ya rodeados de ella salimos después de cenar para admirar, en un lugar sin ninguna iluminación artificial, un maravilloso cielo estrellado. Y así, abiertos a la noche decidimos esperar el amanecer que llegó nublado aunque cargado de una belleza especial.

Decepcionada por no haber podido disfrutar de la magia de un nuevo amanecer (el del año pasado fue espectacular) pusimos rumbo hacia Mazarrón. Pero, mi curiosidad, como siempre, pudo conmigo y decidí parar para comprobar lo que habían cultivado y ya recogido en un campo cercano. Nos debatíamos entre coliflores o repollos, pero resultaron ser lechugas iceberg. Comprobé como los surcos estaban sembrados de muchas de ellas abandonadas, por su tamaño o por haber sufrido algún daño en su recolección o, vete tú a saber por qué, pero aproveché y recogí un par de ellas acercándome con ellas a la autocaravana. Angel, al principio disgustado por lo que hacía, al comprobar que estaban abandonadas me animó a seguir cogiendo, pero si bien no quería muchas más, sí se permitió el "lujo" de hacer una sugerencia de "selección": las quería más alejadas de la carretera para que no tuvieran "plomo". Y yo, facilona, le hice caso recogiendo en total unas cinco y lástima no haber recogido más.

Ahora pusimos ya rumbo definitivo hacia el Norte con una primera parada en Mazarrón donde aprovechamos para pasear por su playa.


y nos detuvimos en esta extraña cavidad donde reventaba el oleaje penetrando por ella.

 En esta época del año parece todo semi-abandonado. Está algo triste. Así que proseguimos nuestro rumbo hacia el Norte buscando alguna bonita playa, cómoda para pasear, ya que en la de Mazarrón se nos hundían los pies, pero no la encontramos y en poco tiempo llegamos a La Azohía donde comenzamos a ver grupos de autocaravanas. 

Parecía que allí no había problema para estacionar y pernoctar, así que después de preguntar e informarnos de que hasta casi la Manga no íbamos a encontrar un sitio tranquilo de pernocta, decidimos quedarnos allí (37º33'12.72"N; 1º10'11.61"O) junto al mar.
Así, después de comer nos acercamos a un mirador donde hay una antigua torre y desde donde se disfrutan de unas espléndidas vistas.

Después paseamos por su pedregosa playa y tranquilo paseo marítimo
Después disfrutamos de unos minutos de lectura degustando una horchata y sentados en nuestras sillas junto a la autocaravana y cuando el sol comenzó a caer, me acerqué a "primera fila" para contemplar el espectáculo.



Terminado éste, decidí cobijarme del fresquillo que empezaba a tener, pero me llamó la atención que los vecinos salían pertrechados con sus cámaras, y como siempre, y una vez más, mi curiosidad me empujó y pude ver que el espectáculo no había terminado aún, y si cabe, era ahora más hermoso





Me quedé hechizada por los colores, los contrastes,...y allí permanecí hasta que toda aquella belleza penetraba por todos los poros de mi piel. Necesitaba de aquello, ahora más que nunca y la absorbí casi con avaricia. Tenía un duro camino por delante....

Y al día siguiente, lunes 8 de febrero, regresamos a Boadilla del Monte a donde llegariamos a la hora de comer.

Mª Angeles del Valle Blázquez

Boadilla del Monte, Febrero de 2016




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